El secreto de una sonrisa

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Buena persona, religiosa que deja huellas, sonrisa que contagia… leíamos en las redes sociales en boca de alumnos, de compañeros de estudio, de colegas… ante la noticia de su partida a la casa del Padre.

El talento, la capacidad de trabajo y organización heredados de su padre y la alegría, el buen humor y la chispa materna, hacían de Sor Mª Rosa una rica personalidad que se curtió en la entrega, el trabajo y la donación a todo.

Detrás de este donarse, asomado a su sonrisa, el secreto era patente: el amor de su Vida, el Corazón de Jesús.

Desde que viera la luz en su Palma del Río natal, con aroma de azahares ya en sus batones de bebé, llevaba la alegría en sus andares y su mirada positiva hacia la vida y los aconteceres.

La mirada serena de la Virgen de Belén fue ese faro de luz que le hizo enamorarse de Jesucristo… y su genio alegre fue el mejor sermón y la clase magistral de su vida.

Tras su vocación religiosa fue descubriendo la de maestra. Cuidadosa de sus clases y su estar al día, con su gracejo para acompañar a los alumnos. Buena compañera y, con sus dotes organizativas, la tuvo en el servicio de la dirección de los centros de Osuna y los últimos 17 años de nuestro Colegio Santa Isabel.

La visita de la enfermedad no apagó su buen humor y hacía bromas hasta de los síntomas de la enfermedad.

Su fe en la vida eterna mantuvo ardiendo su lámpara como virgen prudente que espera la venida del esposo.

Gracias de corazón, Sor María Rosa. Nos dejas un buen legado y nos has puesto alto el listón…

Sabemos que estás cerca porque contigo creemos en la comunión de los santos. Háblale al Señor de tus gentes, que somos nosotros. Amén.

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